top of page

NIÑAS CON ALTAS CAPACIDADES: ¿BUSCANDO A WALLY?

¿Recordáis la satisfacción de encontrar a Wally en cada una de las láminas de los libros a los que nos enfrentábamos? Podía ser muy difícil, pero ¿a qué siempre estaba?

Fig. núm. 1 Este dibujo forma parte de la campaña publicitaria, titulada Finding Her, diseñada para llamar la atención sobre la falta de mujeres trabajadoras en Egipto, apenas el 23% (Created by illustrators IC4Design and marketing agency DDB).

Cuando trabajas con las Altas Capacidades Intelectuales (ACI) hay muchas cosas que te llaman la atención. La falta de niñas identificadas es, probablemente, una de las más llamativas.

La pregunta es sencilla ¿cómo es posible que no las encontremos? No debería ser tan complicado porque las niñas son la mitad de la población infantil.


¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no se ven? ¿Por qué no las vemos?

La presión social, los mensajes contradictorios y los estereotipos en los roles hacen que las niñas, jóvenes y mujeres brillantes sigan estando atrapadas entre su inteligencia y su género. Podemos comprobar cómo en los países donde la igualdad de género es mayor se van destruyendo dichos estereotipos. Las investigaciones indican que, en un contexto igualitario, las niñas mejoran de manera significativa sus resultados en matemáticas, llegando incluso a tener mejores resultados como grupo, que los niños, cuando siempre se había considerado que el razonamiento lógico y matemático era una aptitud más sobresaliente en los varones. Da que pensar ¿verdad?


Las ACI se reparten por igual entre ambos sexos, pero solo un 35,6% (últimos datos del MEC) de las personas identificadas son niñas o jóvenes.


Cabe preguntarse los motivos de esta enorme diferencia y que los estudiosos del tema concretan básicamente en el hecho de que su identificación resulta mucho más difícil que en el caso de los varones. Expectativas erróneas, falta de formación del profesorado, deseo de pasar desapercibidas, son algunos de los motivos de que sea así. Como consecuencia de ello, muchas no llegaremos ni siquiera a saber que lo son.

La falta de identificación trae consigo la ausencia de una educación adecuada a sus características y necesidades.

¿Cuáles son los factores que influyen en esta situación?

Probablemente el origen deberíamos buscarlos en la convergencia de varios factores. Para poder explicarlos de manera más sencilla podemos dividirlos en dos grandes grupos:

  1. Factores de índole personal o intrínsecos.

  2. Factores extrínsecos, relacionados con el ambiente y el entorno.

1. Factores de índole personal o intrínsecos

Entre los factores intrínsecos encontraríamos a su vez muchas y posibles causas, desde las aptitudes personales, hasta la falta de autoconfianza o la elevada deseabilidad social.


El tema de las diferencias aptitudinales entre hombres y mujeres necesitaría, sin duda, mucho más tiempo y profundidad del que podemos dedicarle en este artículo. A este respecto es fácil oír todo tipo de tópicos, algunos tan burdos que establecen diferencias cognitivas basadas en el tamaño del cerebro; hasta otros más “sesudos” donde dichas diferencias se asocian a las hormonas, a nuestro desarrollo como especie, etc. Casi todos ellos basados en datos imposible de contrastar desde el momento que cualquier persona vive en sociedad y, por tanto, recibe un modelo educativo desde antes incluso de su nacimiento. La realidad es que incluso ideas aparentemente tan comprobadas como la superioridad en el ámbito matemático de los varones, se ven desmontadas a medida que se consigue una sociedad más igualitaria y se anima a las niñas a estudiarlas (Guiso, Monte, Sapienza y Zingales, 2008).


Lo que sí es más probable es que estemos educando a nuestras hijas de manera diferente a nuestros hijos, y generando en ellas una:


  • baja autoestima

  • elevada autocrítica

  • excesiva timidez

  • elevado sentido del ridículo

  • alta deseabilidad social


Todos ellos pueden terminar siendo rasgos personales difíciles de modificar, plasmándose en lo que Horner vino a llamar “El miedo al éxito” (Horner, 1972) y que varias décadas después parece aún vigente.


Fig. núm. 2 Se necesita paciencia y concentración para encontrar en estos dibujos a la única mujer que aparece entre los trabajadores. El cartel lo dice todo “Encontrar mujeres en la ciencia no debería ser tan difícil” ¿No estás de acuerdo? (Created by illustrators IC4Design and marketing agency DDB).

2. Factores extrínsecos, relacionados con el ambiente y el entorno

Sin embargo, es verdad que nuestras niñas y jóvenes están cambiando. Cada día se atreven más, cada día se sienten más seguras. Pero lo que no parece que esté cambiando tanto es la imagen que la sociedad, y dentro de la sociedad la escuela, tiene sobre lo que son las personas con Altas Capacidades Intelectuales.


Porque siendo francos, la verdad es que cuando pensamos en alguien muy inteligente, solemos hacerlo mucho más a menudo en un hombre que en una mujer. Porque cuando intentamos recordar el nombre de alguien ilustre, es en ellos en quienes pensamos.


La sociedad, es decir, todos nosotros, esperamos cosas diferentes de las niñas y los niños, y eso también ocurre cuando poseen Altas Capacidades Intelectuales. De las niñas con ACI esperamos que, además de inteligentes y capaces, sean social y empáticamente más eficaces que sus compañeros. Deseamos que sean amables, generosas, cuidadoras y obedientes. Con demasiada facilidad aceptamos que ser guapas es suficiente para ellas, del mismo modo que podemos aceptar que las niñas que no se ajustan a ese rol esperado corran el riesgo de ser vistas como "mandonas” o "arrogantes”, mientras que si fueran niños tenderíamos a considerarlos "entusiastas" y “atrevidos”. Aspectos frecuentes de la personalidad de las personas con ACI como puedan ser la intensidad amplificada y la sensibilidad, son algunas de las características que se reconocen en los niños como una "llamada de atención" que debe ser atendida, y en las niñas como una "causa de preocupación" que debe ser eliminada.


Según un estudio de la prestigiosa revista científica Science, los estereotipos comúnmente extendidos que asocian un alto nivel de habilidades intelectuales con los hombres más que con las mujeres, desalientan a las mujeres a la hora de elegir carreras más prestigiosas o consideradas más complicadas (Bian; Leslie, & Cimpian, 2017).


Y no lo decimos nosotras, lo dicen los datos. Lo dice el 7,5% que es el porcentaje de personajes ilustres que aparecen en los libros escolares (López-Navajas, 2014). Lo dicen también los 49 premios Nobel que han obtenido las mujeres desde que en 1901 se empezaran a dar, equivalentes al 5,6%. Al respecto añadir que en 2017 no se ha concedido ni un solo Nobel a una mujer… y ya van dos años seguidos. Y lo dice también el tratamiento que recibieron nuestras Campeonas Olímpicas en 2016, cuando se hacía más referencia a sus novios o entrenadores, que a sus propios logros. Y así podríamos seguir y seguir.


¿Se han fijado que últimamente ser inteligente está más de moda? A ello han contribuido series como The Big Bang Theory que han permitido que conozcamos y apreciemos a personas cuya capacidad intelectual está por encima de la mayoría. En un entorno social, donde las ACI siguen siendo desconocidas y, con frecuencia, mal interpretadas, es de agradecer. Sin embargo, la situación de las ACI, que bien puede calificarse de penosa, adquiere tintes inadmisibles si la trasladamos al mundo femenino y, en este sentido, la serie, así como otras en la misma línea, no ha ayudado demasiado. Especialmente en sus primeras temporadas, Big Bang representa la imagen femenina a través de una mujer joven, hermosa, rubia y para nada inteligente. Algunas personas estarán en este momento pensando que no es verdad, que Penny, que así se llama el personaje, tal vez no sea tan lista como sus vecinos Sheldon, Leonard, Howard o Kurt Rapaly, pero que sin duda tiene una vida social mucho más plena, que sabe lo que es la vida real. Bien, ese es otro de los muchos estereotipos que vamos a ir encontrando, la idea de que la gente inteligente tiene carencias sociales, pero la verdad es que ni eso es cierto en la mayoría de casos, ni trabajar en las “tartitas de queso” y ser una actriz fracasada, es un modelo adecuado para que nuestras niñas y jóvenes imiten, por muy buenas que sean sus habilidades sociales.


Este es el momento de equilibrar la balanza

Con este artículo os proponemos el reto de encontrarlas a todas, no solo a aquellas que destacan de manera tal que es imposible no verlas; no solo a aquellas cuyas familias vienen a pedirnos que confirmemos sus impresiones; sino a TODAS, incluidas aquellas que se esconden, a las que no desean destacar, o las que creen que no se creen listas porque nunca nadie se lo ha dicho.


A ti maestro/a, profesor/a, investigador/a, padre o madre te proponemos un reto, a partir de este momento ponte unas gafas especiales para observar a tus niñas, a tus alumnas o a tus hijas.


Porque la realidad es que resulta imprescindible que se propongan medidas de intervención que ayuden al desarrollo de las niñas y jóvenes con ACI. Porque la realidad es que nuestra sociedad no puede permitirse el lujo de despreciar su enorme potencial.

Referencias bibliográficas

Guiso, L.; Monte, F.; Sapienza, P. y Zingales, L. (2008). Culture, Gender, and Math. Science, Vol. 320, Issue 5880, pp. 1164-1165. DOI: 10.1126/science.1154094

Horner, M.S. (1972). Toward an understanding of achievement‐related conflicts in women. Journal of Social issues, 28(2), 157-175.

López-Navajas, A. (2014). Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO: una genealogía de conocimiento ocultada. Revista de Educación, 363. Enero-Abril 2014, pp. 282-308. DOI: 10.4438/1988-592X-RE-2012-363-188


GIAC, Grupo de Investigación en Altas Capacidades

Universidad de las Islas Baleares

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page