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EN EL MAR DE LAS ACI TAMBIÉN HAY TIBURONES ¿CÓMO LOS IDENTIFICAMOS?


8 señales que deben valorarse antes de solicitar una identificación de Altas Capacidades Intelectuales para nuestro hijo/a.

En España entorno al 96 % del alumnado con Altas Capacidades Intelectuales (ACI) no está identificado, tal como se deriva de los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Este dato, con ligeras variaciones entre Comunidades, significa que estos estudiantes, a pesar de presentar necesidades educativas específicas derivadas de sus características y ritmo de aprendizaje, no reciben la atención que precisan y que estipula la ley. En muchos casos, la consecuencia de esta falta de atención puede dar lugar a problemas académicos, motivacionales, conductuales y siempre a un desaprovechamiento de su potencial. Los motivos para este escaso número de identificaciones son muchos y variados. Desde aspectos que tienen que ver con una mala interpretación de lo que significan las necesidades propias de estos estudiantes hasta, por supuesto, la falta de planificación y/o recursos de las administraciones públicas competentes. Esta situación es una fuente de padecimiento para muchas familias, sobre todo para aquellas que tienen hijos/as con dificultades en el ámbito familiar, escolar o social.


¿Qué pueden hacer las familias ante esta situación?


La respuesta muchas veces va relacionada con la búsqueda de un profesional externo que pueda acelerar el proceso de identificación proporcionándoles, al menos, una respuesta más clara ante sus dudas iniciales. Sin embargo, éste tampoco es un camino exento de dificultades. No siempre estas familias encontraran centros de calidad, que sepan abordar el tema de las ACI con profesionalidad, lo cual, lejos de ayudarles puede llegar incluso a empeorar la situación.

Este escrito no pretende una confrontación entre centros educativos y gabinetes privados, ambos son necesarios, los primeros porque tienen la obligación de facilitar el desarrollo de los alumnos/as en la escuela y los segundos porque las familias tienen derecho a elegir a un determinado profesional, buscar una segunda opinión o elegir el tipo de intervención que crean necesaria. Sin embargo, creemos que puede ser de ayuda poder contar con algunos indicadores que nos deben alertar y que conviene que tengamos en cuenta, cuando estamos buscamos un centro para que le realicen un diagnóstico de ACI a nuestro hijo/a. Los hemos resumido en 8 señales de alarma que como mínimo deben hacernos reflexionar, para valorar la conveniencia o no de solicitar sus servicios.


8 señales de alerta:


1. Centros que desinforman diciendo que la identificación de las altas capacidades intelectuales solo se puede realizar desde el diagnóstico clínico. Es fácil construir una página web, adornarla, falsear la información sin ningún pudor, revestirla de citas sesgadas y añadirle títulos rimbombantes. Estos centros hablan de diagnóstico psiquiátrico o clínico, como si las ACI fuera un síndrome o una patología y nada más lejos de la realidad, ya que las personas con muy alta inteligencia no padecen ninguna patología por el hecho de tener ACI, pero sí, en todos los casos, precisan de medidas educativas adaptadas y profesionales que estén especializados en este campo.


2. Centros que desinforman diciendo que una evaluación de ACI solo la puede realizar un profesional con ACI. Es tan absurdo como decir que solo los endocrinos que padecen diabetes están capacitados para realizar ese tipo de diagnóstico. Los profesionales que tienen la adecuada formación universitaria, más la formación específica en el campo de las altas capacidades intelectuales, junto a las habilidades necesarias en el manejo de las pruebas de evaluación, tienen los conocimientos y aptitudes necesarios para realizar con garantías de calidad profesional una evaluación para valorar si una persona tiene ACI.


3. Centros que utilizan como recurso para atraer a potenciales clientes el desprestigio a los orientadores educativos. Intentan convencer a los padres de que los orientadores educativos que hay en los colegios e institutos, no tienen la titulación profesional ni la formación necesaria para hacer evaluaciones psicopedagógicas de diagnóstico de ACI. Con este argumento incitan a los padres a realizar una nueva evaluación, tanto si la ya realizada ha sido positiva o negativa, con el perjuicio que puede suponer para los chicos y chicas pasar de nuevo por un proceso evaluador. La realidad es que los orientadores educativos tienen formación para valorar las áreas que requiere su diagnóstico y en función de los resultados decidir qué tipo de respuesta educativa precisa el alumno y cómo se van a concretar. En honor a la verdad es necesario decir que, ciertamente, en la mayoría de las facultades de psicología y pedagogía no se contempla la formación específica sobre las ACI, y es desde el ámbito de la formación continua (centros de formación del profesorado, postgrados, másters...) que los psicólogos, tanto privados como aquellos que forman parte de un equipo de orientación educativa, reciben, o deben recibir, la formación adecuada. Facilitar esta formación, desde las universidades y desde la administración, es un camino de lucha para todas las personas interesadas en la adecuada atención a este colectivo, tanto investigadores, como padres, asociaciones, etc. En ello estamos y en ello seguiremos.


4. Precios absolutamente desorbitados. Las personas que realizan evaluaciones en el ámbito privado son profesionales cualificados y sus evaluaciones y posterior informe debe tener un precio acorde al servicio especializado que prestan, precios que en muchas ocasiones se pueden consultar de forma orientativa en los colegios profesionales. Ciertamente cada gabinete puede libremente decidir cuáles son las tasas que va a cobrar, pero las familias deben saber que los test, cuestionarios, entrevistas, etc. que conforman la evaluación no justifican unos precios que difieran significativamente de cualquier otra evaluación psicológica o psicopedagógica que se pueda realizar en relación a otro motivo de consulta. Lo caro no siempre es sinónimo de mejor.


5. Evaluaciones excesivas o injustificadas. Donde se administran más pruebas de las necesarias, con frecuencia repetitivas, y en ocasiones hechas en condiciones totalmente inadecuadas. Si bien pueden existir situaciones que hagan conveniente la aplicación de alguna prueba complementaria, el “bombardeo” a que se someten a veces a los chicos/as haciéndoles pasar muchas horas y muchas pruebas, a menudo solo se pueden justificar desde el deseo de pedir por esa evaluación un precio excesivo.


6. Conclusiones sesgadas o visiones futuristas. Con demasiada frecuencia algunos centros optan por hacer aseveraciones futuras, afirmando que, si bien el chico/a está bien, es probable que no lo esté en el futuro. Este tipo de afirmaciones suelen ir seguidas de un consejo que implica la necesidad de seguir acudiendo en el futuro a dicho centro, como medida “preventiva”. Ante este tipo de información podemos afirmar que la única certeza que tenemos en cuanto al futuro es que no lo conocemos y la mejor medida preventiva que pueden recibir los padres son orientaciones o pautas sobre cómo estimular el potencial de su hijo/a y cómo actuar para favorecer su desarrollo armónico e integral, así como recomendaciones para que sean remitidas al centro educativo con sugerencias educativas que se derivan de la evaluación realizada.


7. Afirmaciones sobre un supuesto convenio con la consejería de educación. Algunos centros publicitan que tienen, o están en trámites de tener, un convenio con la administración, manifestando que pueden influir en el resultado de los diagnósticos de las consejerías competentes en el ámbito de la educación, llegando incluso a afirmar que, una vez formalizado dicho convenio se le devolverá el dinero que han gastado en la evaluación. La realidad es que las consejerías de educación cuentan con sus propios profesionales que desde los Equipos de Atención Temprana, los Equipos de Orientación Educativa o los Departamentos de Orientación son los únicos con competencia para, un vez realizada la evaluación, elaborar un dictamen psicopedagógico y orientar a las escuelas e institutos sobre las medidas educativas y los recursos que va a necesitar el alumno/a. Muchos profesionales o gabinetes privados cuentan con el reconocimiento de los orientadores educativos precisamente por su profesionalidad y buen hacer, pero otros, cuya práctica profesional se identifica precisamente con alguna de las señales que estamos denunciando, con sus malas prácticas consiguen el efecto contrario.


8. Evaluaciones online. Hay centros que, sin ningún pudor y con el objetivo de captar clientes de provincias lejanas o de los archipiélagos, son capaces de proponer a las familias la realización de una evaluación online a niños de cortas edades. Este hecho habla por sí solo y no merece más comentario que una absoluta descalificación.

¿Qué pueden hacer las familias cuando tienen sospechas de que su hijo/a tiene ACI?


Cuando una familia tiene sospechas sobre la posibilidad de que su hijo/a tenga Altas Capacidades Intelectuales, existen una serie de pasos que puede seguir:


1. Pedir una tutoría con el profesor/a para contrastar información: - Explicarle al profesor/a cómo es su hijo/a en casa, qué le llama la atención, qué le hace sospechar de una alta capacidad, explicarle anécdotas, llevarle trabajos, aficiones, inventos, etc. - Pedirle información sobre su conducta en el aula, su ritmo de aprendizaje, relaciones con sus compañeros/as y otro profesorado. - Pedirle su colaboración para hacer una demanda al orientador/a educativo con objeto de solicitar una evaluación psicopedagógica.


2. Si no ha llegado a un acuerdo con el tutor/a de su hijo/a, ya que este no ve indicadores de ACI y pese a los argumentos que le ha dado, usted sí que los ve, puede solicitar directamente una cita con el orientador/a, para explicarle qué aspectos o señales del desarrollo y de la conducta de su hijo/a le han llevado a plantearse la necesidad de una evaluación.


3. Desgraciadamente y debido a la precaria situación de las ACI en nuestro país, no siempre la respuesta recibida en el centro educativo satisface a los padres, por ello en el caso de que no se atiendan sus demandas o consideren que no se han justificado adecuadamente, los padres pueden acudir a la consejería de educación de su Comunidad y solicitar una revisión sobre su demanda o sobre la evaluación realizada.


4. Buscar información de calidad y contrastada. Internet es un gran aliado de las personas que buscan información, pero también es un arma de doble filo, ya que es la plataforma de “negocio” ideal para los que quieren lucrarse con este tema. Nuestra recomendación es buscar información como artículos, guías para padres y profesores, protocolos de identificación, etc. que esté avalada por investigadores y docentes de las diferentes universidades que estudian el campo de las ACI, ya que sus trabajos tienen garantía y rigor. También es conveniente buscar información en las asociaciones de padres, ya que disponen de información y experiencia, además de ofrecer, en muchos casos, actividades y talleres que permiten no solo estimular las aptitudes de los chicos/as sino que también les ofrecen la posibilidad de relacionarse con iguales que comparten necesidades e intereses comunes.


5. Contrastar la información. Si la información que ha recibido, no le convence o sigue teniendo dudas y desea confirmar o contrastar los resultados pida información a la universidad de su comunidad, colegio de psicólogos o a alguna asociación sobre el nombre de varios gabinetes que realicen buenas evaluaciones de identificación en ACI y elija aquel que más se adecue a sus necesidades.

Como ya comentamos al inicio de este documento la situación de las personas con ACI y más concretamente de los niños/as y jóvenes en edad escolar es muy precaria, tanto por lo que respecta a la identificación como a la atención que reciben. Queda muchísimo por hacer, y los psicólogos, pedagogos, docentes e instituciones educativas y universitarias tenemos una gran responsabilidad, que empieza por buscar y exigir una formación de calidad y por denunciar aquellas prácticas que nos parezcan poco correctas.














GIAC, Grupo de Investigación en Altas Capacidades

Universidad de las Islas Baleares

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